quinta-feira, 1 de outubro de 2009

El protagonismo de Brasil en Honduras modifica su tradición - por Jorge Castro (Clarín)

La política exterior de Itamaraty -desde Fernando Henrique Cardoso a Lula- tiene como prioridad readquirir relevancia internacional y despliega una estrategia de aproximación indirecta al sistema de poder mundial (EE.UU./G7), fundada en la construcción en América del Sur de una plataforma de proyección al mundo.
Do Clarin
MIRADA GLOBAL
El protagonismo de Brasil en Honduras modifica su tradición
Reorientación de Itamaraty. Además de liderar la Unasur, el presidente Lula proyecta a su país como protagonista crucial de la crisis centroamericana.
Por: Jorge Castro
Fuente: ANALISTA

La decisión del gobierno de Brasil de brindar su Embajada en Tegucigalpa, para que el derrocado presidente Manuel Zelaya la utilice en su retorno como puesto de acción es sin duda un acontecimiento mayor -tan importante como el regreso del mandatario hondureño- que modifica una de las políticas fundamentales de Itamaraty de los últimos cien años.
Esa política, establecida por el Barón de Río Branco (1902-1912) a lo largo de cuatro presidencias sucesivas (Rodrigues Alves, Afonso Pena, Nilo Pecanha, Hermes Da Fonseca) y continuada durante los cien años posteriores, con gobiernos de distinta orientación política e ideológica, establecía que, en Centroamérica y el Caribe, Brasil reconocía la primacía de Estados Unidos en la resolución diplomática o por la fuerza de las crisis y conflictos de la región. Río Branco trasladó el eje de la política exterior brasileña de Londres a Washington; y Joaquín Nabuco, primer embajador brasileño en la capital norteamericana, fue el ejecutor de ese giro estratégico primordial, que decidió la inserción de Brasil en el mundo.
Río Branco fue el primer estadista sudamericano que comprendió que el triunfo de EE. UU. en la Guerra de Cuba (1898) y su posterior y decisiva mediación en el Extremo Oriente, que puso fin a la Guerra de Manchuria entre Rusia y Japón (1905), convertía a la nación americana en una potencia global y modificaba, al mismo tiempo y para siempre, el sistema de poder internacional, que adquiría una escala irreversiblemente mundial.
Así, la “alianza no escrita” con EE. UU. se convirtió en la viga central de la política exterior de Brasil; y Río Branco incorporó a la potencia norteamericana en la balanza de poder de América del Sur, con el objetivo -que logró- de sumarla a la puja con la Argentina por la supremacía sudamericana.
Río Branco respaldó el “Corolario Roosevelt” a la Doctrina Monroe, por el cual el mandatario estadounidense Theodore Roosevelt (1901-09) legitimó la utilización del poder militar (U.S. marines) para restablecer el orden o derrocar gobiernos no confiables en América Central y el Caribe. Este es el antecedente directo del reconocimiento de la primacía norteamericana en Centroamérica y el Caribe, que ha sido una constante de la política exterior brasileña hasta el lunes de esta semana.
La “alianza no escrita” con EE. UU. alcanzó un segundo momento de apogeo con Getulio Vargas, durante el gobierno de Franklin Delano Roosevelt (1933-45), con la instalación en el Nordeste de tres bases militares norteamericanas (Belén, Natal y Recife), la declaración de la Guerra al Eje (31 de agosto de 1942) y el envío de un contingente militar a combatir en Europa (Força Expedicionária Brasileira), encuadrado en el V° Ejército estadounidense.
La política exterior de Itamaraty -desde Fernando Henrique Cardoso a Lula- tiene como prioridad readquirir relevancia internacional y despliega una estrategia de aproximación indirecta al sistema de poder mundial (EE.UU./G7), fundada en la construcción en América del Sur de una plataforma de proyección al mundo. En este período, la premisa de esa política exterior ha sido que, en América latina, hay una fractura de fondo entre la América latina del Norte y la del Sur. Por eso ha impulsado la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Ahora Brasil ha salido del Sur y se ha tornado un protagonista fundamental de la principal crisis de América latina del Norte. Está en el centro de los acontecimientos en Honduras. No actúa en forma compartida o multilateral, sino individualmente, como gran potencia.
Es una novedad histórica. Brasil es hoy la representación de la comunidad internacional en una crisis que se profundiza, se polariza y escala.

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